Viajando en pareja

3 semanas en Nueva Zelanda: Roadtrip por la Isla Sur

3 semanas en Nueva Zelanda: Roadtrip por la Isla Sur

Kia Ora! Así se saluda en Nueva Zelanda, uno de los países más particulares a los cuales se puede viajar. En primer lugar por su lejanía con el resto del mundo, y secundariamente por las diferentes experiencias que se pueden vivir. En este post os vamos a contar nuestra experiencia en nuestro road trip de 3 semanas, centrándonos en la isla sur.

Estas islas son especiales en cuanto al desarrollo del ecosistema, ya que el lugar fue descubierto por el hombre solamente hace ocho siglos cuando los maoríes llegaron desde Micronesia, lo que hace que tenga una mezcla de paisajes y culturas que lo convierte en un país casi de leyenda.

Nosotros tuvimos la suerte de tenerlo al máximo alcanze ya que Australia es el país más cercano y los billetes de avión son relativamente baratos. Así que decidimos viajar al país Kiwi después de terminar nuestro roadtrip de Australia (aquí tenéis nuestro último post sobre la aventura Down Under).

LLEGADA Y FURGONETA

En avión se tarda entre 3 y 4 horas desde Melbourne, dependiendo del destino. Nosotros decidimos empezar el roatrip por la isla sur, aterrizando en Christchurch, ya que luego la conexión para nuestro siguiente destino (Asia) ofrecía mejores precios y trayectos desde Auckland, en la isla norte.

El vuelo fue de noche y salimos desde Australia a las 23:45, llegando sobre las 5:00 de la madrugada hora local neozelandesa. Entre lo de recoger nuestras maletas y los típicos controles de aduana, que pueden ser muy estrictos, salimos del aeropuerto alrededor de las 6:00. El primer paso fue recoger nuestra van, cuyo nombre era Rafiki, de la compañía Spaceships.

No es propiamente una van, sino un coche monovolumen reformado para que en los asientos de atrás se pueda poner una cama encima de una estructura de madera, y solo se queden los asientos de piloto y copiloto delante.

El espacio está muy bien estructurado y, aparte de la cama, en el coche se encuentra un frigo que funciona con bateria dual (se puede dejar encendido todo el día si es necesario) y dos espacios de almacenamiento para utensilios de cocina que la compañía ofrece, sillas y mesa de comedor (precio extra), y espacio para poder poner las maletas.

Todo cabía perfectamente y sobre las 7 de la mañana estábamos listos para ponernos en marcha. Eso sí, como podéis imaginar por el horario, estabámos destrozados, y tal cual nos pusimos a buscar una zona de parking tranquila donde poder dormir un par de horas sin que nadie se diera cuenta.

Seguramente os preguntaréis cómo se gestiona lo de dormir en coche (o furgoneta) en Nueva Zelanda en un roadtrip. Nosotros, siguiendo nuestra experiencia de Australia, nos descargamos la app que mejor funciona dependiendo de donde vayamos, y para el país Kiwi vimos que la opción correcta era la de Campermate (existen las versiones tanto de Apple como de Android) la cual es gratuita.

No se puede dormir en la calle así como así, es decir, lo que hicimos nada más llegar no estaría permitido, así que cuidado… Aún así, las opciones son muchísimas y se puede aparcar la furgoneta en los patios y garages de algunas casas que ofrecen dicho servicio en la app, en este caso siempre previa reserva. Sin embargo, lo que se suele hacer en la mayoría de los casos es ir a campings, es decir, lo clásico.

Christchurch

Como comentado al comienzo del post, nuestro roadtrip de 3 semanas por Nueva Zelanda empezó en la isla sur, en la ciudad de Christchurch, tristemente famosa por el terrible terremoto de 2011 que dejó 185 muertos. La ciudad está todavía en fase de reconstrucción, ya que por razones de seguridad hay que esperar 10 años para volver a construir o de elevar edificios de varios metros de altura.

Christchurch es una ciudad que se encuentra encima de una falla muy pronunciada de la placa entre Australia y Antártica, por lo que cada cierto tiempo sufre fuertes seísmos, aunque nunca había habido uno tan importante. Además, la ciudad también se recuerda por el terrible atentado en una mezquita que sufrió en Marzo de este año. Una pena, ya que hemos visto que en el país todas las culturas y comunidades viven en armonía.

Qué visitar en Christchurch.

Posiblemente el símbolo de la ciudad, la Catedral de Christchurch es uno de los edificios que más daños sufrió con el seísmo. A día de hoy, está sujetada por andamios y todo su perímetro está sellado por vallas. Lo mismo se puede ver en otras iglesias y edificios históricos de la ciudad, pero sin duda la catedral destruida es lo más impresionante que el terremoto ha dejado a su paso.

El Museo de la ciudad se llama Canterbury Museum, y coge su nombre de la región de la isla donde Christchurch se sitúa. Durante su visita se puede aprender sobre la historia de la región y Nueva Zelanda en general, con referencias a las primeras llegadas de los maoríes a la isla hace 800 años, sus costumbres, vestimentas y como ha ido evolucionando el área de Canterbury.

El museo es gratuito y nosotros pudimos entrar con nuestro guía Max, un simpático voluntario Australiano que lleva varias décadas viviendo en el país kiwi. Contratamos un tour en la oficina de turismo por 20$ por persona. Estos tour los dan voluntarios normalmente retirados que viven en la ciudad y los ingresos se destinan a ayudar en la reconstrucción de la ciudad. Ese día éramos los unicos de la sesión del walking tour, lo que nos permitió hacerlo con tranquilidad y también hacerle muchísimas preguntas.

La visita guiada siguió por otros edificios históricos e iglesias de la ciudad, algunos ya reformados después del terremoto y otros todavía con estructuras de refuerzos alrededor, pero todos con el denominador común del estilo neogótico en sus arquitecturas, recordando mucho a ciudades como Oxford o Cambridge de Inglaterra, con los college de ladrillo y las grandes extensiones de hierba bien ciudada que no se pueden pisar.

Hay un edificio que tiene un significado especial para los habitantes de Christchurch, y es la Catedral de Cartón (Cardboard Cathedral), diseñada por el arquitecto japonés Shigery Ban (famoso por este tipo de costrucciones) y que abrió en 2013. Se conoce también como la Catedral de la Transicción, y es fácil entender el por qué. Esta es ahora la catedral de la ciudad hasta que la antigua quede como nueva.

Justo enfrente de la Catedral de Cartón, Max nos enseñó otro “monumento”, las 185 sillas blancas que conmemoran las víctimas del terremoto. El artista Peter Majendie, a quien pertenece la idea, quiso que cada silla fuera distinta que las otras, para resaltar las diferentes personalidades de las víctimas. Se pueden ver desde sillones orejeros, taburetes, una silla de ruedas, sillas de terraza e incluso una silla de bebé. Es el cuarto monumento más visitado de Nueva Zelanda.

Christchurch es famosa también por su street art que cada día se hace más imponente dentro la ciudad, con propuestas de estilos diferentes en cada ángulo de la misma. La que más nos gustó es sin duda la de Giant Spray Cans, y como el mismo nombre indica, son unos botes gigantes, precisamente 8, sobre los cuales se puede expresar el propio arte de los graffitis de forma periódica. De hecho, 3 de ellos son de uso exclusivo de uno artistas selectos para que sus obras de arte puedan quedarse de forma más permanente, pero el resto va cambiando cada pocas semanas.

Sólo hemos estado un par de días, pero pudimos apreciar las consecuencias del terremoto, con muchísimos huecos donde antes había edificios de varias plantas, unas escaleras en medio de la nada o locales completamente abandonados. Positivamente, también se siente que la ciudad está despertando, ya que tiene muy buena vibra con restaurantes, pubs, arte callejero y muchas zonas verdes. Es una ciudad que sigue viva y quiere levantarse y volver poco a poco a la normalidad.

Sus alrededores son espectaculares, y ya que nuestro guía nos había hablado de Governors Bay, que se encuentra a 10 km de la ciudad, decidimos seguir su consejo y conducir hasta allí. Como aperitivo de las vistas que ofrece la tierra kiwi, desde luego que allí eran inmejorables: una bahía entre el volcán Akaroa y Christchurch donde las colinas se encuentran con el mar y moldean las costas de forma sinuosa.

Se nos olvidaba un particular importante que también nos contó el guía: ¿Sabíais que cuando los maoríes llegaron de Micronesia llamaron esta tierra Aotearoa? ¿Y que significa en su idioma? La respuesta es “El país de la grande nuble blanca”, ¡y os podemos asegurar que efectivamente hemos visto muchas nubes en el país! Que sabios estos maories…

Después de esta parada, comezamos a conducir por las llanuras de Canterbury, una de las zonas más extensas del mundo con pastos para ovejas. Estos tranquilos animales se podían ver a miles en cualquier dirección, blancos y como perfectos algodones en la inmensidad de las praderas, con pequeños corderos recién nacidos. Una estampa digna de una postal.

Moeraki Boulders

Para nuestro roadtrip en Nueva Zelanda teíiamos solo 19 días (os aconsejamos tener por lo menos un mes si es posible), de los cuales 10 en la isla sur, por lo que despues de Governors Bay, volvimos a conducir para continuar hacia el sur hasta Moeraki Boulders, sitio famoso por las peculiares formaciones rocosas que se encuentran en la playa, parecidas a boñigas gigantes, y que se sitúa a mitad de camino para llegar a Milford Sound, uno de los highlights de este roadtrip.

Llegamos ya de noche, con una fuerte tormenta, por lo que dejamos la visita para el día siguiente.
Las rocas muy bonitas, pero hacía bastante frío y llovía, asique no pudimos disfrutar de las mejores vistas. Vamos, que la famosa Aoteroa parecía perseguirnos en este comienzo de roadtrip por la isla sur de Nueva Zelanda.

Fue un poco chasco, pero conseguimos dormir en uno de los muchos campings gratuitos de Nueva Zelanda, de hecho estabámos solos en el de Moeraki, por lo que conseguimos recuperarnos parcialmente de la decepción.

Milford Sound

El día siguiente presentaba un recorrido de entre 5 y 6 horas para llegar a Te Anau, pasar la noche en un camping y alcanzar los legendarios fiordos neozelandeses. No hemos estado en los de Noruega, por lo que no podemos compararlos, pero los del país Kiwi son espectaculares.

Cada día salen ferries desde el puerto de Milford Sound para recorrer parte de los fiordos y llegar hasta mar abierto. Nosotros compramos nuestros tickets online a travás de la página bookme.co.nz, que ofrece descuentos para que así se pueda gastar un poco menos, con la compañía Mitre Peak. El camino para llegar presenta sus peculiaridades y pequeñas dificultades, sobre todo si se va en primavera como nosotros.

Hay que pasar un puerto de montaña antes de llegar al pueblo de Milford Sound y vivir la experiencia de los fiordos. Y el puerto, en esta época del año, te deja el regalito de unas nevadas que pueden ralentizar vuestra llegada a destino, por lo que armaos de paciencia y salid con antelación para llegar a la hora para coger el ferry, sobre todo si decidís reservar para el de las 9 de la mañana como nosotros.

De hecho, desde la oficina de Mitre Peak nos escribieron el día anterior adjuntando un link donde poder ver información de las carreteras cerradas por nieve, ya que se esperaba una importante nevada por la noche, diciéndonos que fuésemos con calma y que había sitio también en el ferry de las 11. Y fue lo que pasó: el puerto estuvo cerrado hasta las 9 de la mañana, por lo que muchos de nosotros llegamos tarde a Milford Sound, pero no hubo problemas, nos estaban esperando a todos.

Las vistas de los fiordos son increíbles y el capitán del barco explica por megafonía cómo se han formado dichos fiordos, las formas que recuerdan, mitos y leyendas que los rodean, y es todo realmente asombroso. Los picos nevados llegan hasta el mar y, además, las cascadas que se encuentran durante la navegación son imponentes. Nuestra experiencia además nos encantó gracias al frío que se nos colabara por el abrigo y el gorro de lana pero que lo hacía todo mucho más auténtico.

La elección del tour fue simplemente por precio, ya que era el más barato, pero la verdad que acertamos, porque era el barco más pequeño de todos los que salen a visitar los fiordos a diario, por lo que parecía más íntimo y no era necesario pelearse con el resto de los pasajeros para tener bonitas fotos y un cómodo espacio en cubierta.

Queenstown

Después de despedirnos de los fiordos, el siguiente destino fue Queenstown. Es una localidad famosa por estar en la orilla del lago Wakatipu y, al mismo tiempo, estar rodeada de estaciones de esquís, por lo que su posición es estratégica para los amantes de los deportes de invierno y también de verano. ¡Una ciudad para todas las estaciones del año!

Todavía se podía apreciar un poco de nieve en las montañas de alrededor y había muchísima gente por las calles, por lo que se podía intuir que es un sitio muy concurrido en la isla sur, y las vistas son muy bonitas. Nosotros, además, aprovechamos para comer en un sitio muy famoso por sus hamburguesas y, como buenos amantes de la comida y del compartir los placeres culinarios, os decimos el nombre del sitio: Fergburger.

Suele haber una cola de unos 45 minutos para que te den tu pedido y es difícil encontrar un hueco en una de sus escasas mesas. Nosotros nos apretamos un poco, dimos un par de codazos y conseguimos sentarnos en el interior, junto a las fotos de decenas de famosos que habían pasado por allí y que, hay que decirlo, no conocíamos. Excepto a Ed Sheeran.

Si viajáis a Queenstown en invierno para esquiar o en verano para hacer trekking o deportes de agua, comeros un hamburguesa en este sitio porqué están muy ricas. Y para los amantes de los productos de horno, justo al lado está Ferg Bakery, donde podréis encontrar panes de todo tipo tanto dulces como salados. También tienen cadena de helados. Como véis, lo tienen muy bien montado.

En un road trip por Nueva Zelanda, si vais a la isla sur, no puede faltar una parada en esta ciudad. Además del ambiente, es famosa por los deportes de riesgo. De hecho, fue el lugar en el que se inventó el puenting, y por el “módico” precio de unso 150 $ podrás tirarte por uno de los puentes más famosos con el agua turquesa del río en el fondo.

También se puede hacer rafting, balancearte en el columpio con mayor amplitud del mundo o tirarte desde un paracaídas. Desde luego que un destino no apto para miedosos.

Si sois más tranquilos como nosotros, siempre podéis optar por el teleférico, desde el que tendréis unas espectaculares vistas de la ciudad y la montaña, o hacer un trekking por alguno de sus múltiples caminos preparados para ello.

Lake Wanaka y Lake Hawea

Relativamente cerca de Queenstown, nuestro siguiente destino fue Wanaka, un pueblo turístico famoso por su lago color turquesa que ofrece sitios interesantes para los amantes del trekking y la fotografía. De hecho, al hacer un camino de un hora hasta la cima de Mount Iron, se puede también ver el Lake Hawea, por lo que con una buena cámara se pueden inmortalizar unos buenos panoramas.

Al dejar el pueblo de Wanaka, decidimos también pasar por Lake Hawea haciendo un pequeño desvío y así poder admirar sus increibles aguas turquesas. Las fotos no dan justicia al paisaje, pero esperemos os entren ganas de hacer una parada también en este lago.

Lo más famoso de Wanaka es el árbol de mismo nombre, Wanaka tree, un árbol que tiene sus raíces en el agua y que está a solo unos metros de la orilla, donde suelen ir los turistas a ver el atardecer. Tenemos que decir que a nosotros nos resultó una decepción. La estampa es preciosa, pero sobran las 100 personas a su alrededor haciendo fotos con sus trípodes y las go pro en modo rápido para captar el atardecer. La verdad, perdió todo el encanto.

Mount Cook

Después de los lagos de Wanaka y Hawea, y subiendo hacia el norte, el siguiente punto de interés son los glaciares. Dependiendo del tiempo que tengáis, y también de la disponibilidad de dinero, se pueden hacen actividades como escaladas, caminatas o excursiones en helicóptero por los famosos de glaciares de la isla sur.

Nosotros optamos para hacer la caminata que lleva al lado sur de Mount Cook, o Aoraki en el lenguaje maorí, la montaña más alta de Nueva Zelanda con sus 3724 metros de altitud, donde en sus laderas se encuentra el glaciar de Tasman Lake. Este pico sirvió como entrenamiento a Sir Edmund Hillary, un neozelandés que fue la primera persona, junto con su Sherpa Tenzing Norgay, en coronar Everest.

Ya que nuestro presupuesto no estaba como para pagar helicópteros, optamos por la ruta barata, las piernas. Para ello, realizamos el camino Hooker Valley Track. Para llegar al comienzo de la ruta, el camping más económico es el de Glentanner, donde os aconsejamos pasar la noche. A los pies de la misma ruta hay un camping gratuito, pero nosotros lo descartamos porque está al mismo pie de la montaña y las temperaturas eran bajo cero.

Desde el camping hasta el parking de coches y buses en Mount Cook village es media hora por una carretera muy bien asfaltada. Por otro lado, si tenéis presupuesto más alto, hay hoteles en este pueblo.

Todo el camino desde el comienzo de la ruta hasta el lago presenta vistas donde las cámaras de fotos no paran de hacer click, puentes colgantes y vegetación que va cambiando con el paso de los metros, aunque el desnivel no es excesivo. La caminata, entre ir, sacar fotos, comer y volver, puede durar entre 4 y 5 horas, por lo que os aconsejamos que os llevéis comida, bebida y un buen equipo deportivo.

El final es precioso. Ninguno de nosotros dos habíamos visto un glaciar hasta la fecha, por lo que fue increíble llegar al lago y ver como la parte de hielo perenne de la montaña baja hasta el lago. También había pequeños iceberg flotando en el agua congelada y cristalina que le daba un aspecto de cuento. Fue uno de los sitios más bonitos del país.

Hokitika

Hicimos el camino de vuelta y conducimos hasta el pueblo de Mount Somers para ganar kilómetros hacia los siguientes destinos del roadtrip por la isla sur de Nueva Zelanda, y así hacer una parada técnica y recargar pilas. La mañana siguiente el GPS marcaba Hokitika como destino, y había que pasar otro puerto de montaña, el de Arthur’s Pass.

Nos esperaba más nieve, pero todo se solucionó rapido: más tranquilidad conduciendo, una parada para tomar un chocolate caliente para contrarrestar las temperaturas invernales y continuar con el viaje.

Pasado el puerto, el camino fue cuesta abajo hasta llegar a Hokitika, nuestro destino final del día, y sitio históricamente famoso por ser un importante puerto marítimo donde centenares de barcos intentaban (en la mayoría de los casos estrellándose a causa de las fuertes corrientes) arribar a tierra durante la fiebre del oro en este lado de Nueva Zelanda. Hablamos de los años 60 del siglo XIX.

Hokitika, con el paso del tiempo, se ha convertido en un sitio muy concurrido por el descubrimento, aparte del oro, también por las minas en sus alrededores de la piedra semi preciosa de Jade, de color verde. En el pueblo se pueden encontrar muchas tiendas que venden joyas realizadas artesanalmente y suponen una importante fuente económica para la región. Si queréis un collar que se usa mucho en la cultura maorí, con significados distintos dependiendo de las formas, este es el pueblo donde comprarlos.

La mayoría de los viajeros, sin embargo, suelen hacer parada nocturna en Hokitika por los famosos gusanos luminosos. Este tipo de gusano que brilla en la oscuridad para atrapar pequeños insectos, es muy común en la isla sur de Nueva Zelanda. El problema es que para verlo en las cuevas las excursiones son bastante caras, estamos hablando de unos 80$ por persona.

Lo bueno de Hokitika es que podéis verlos GRATIS. Sí sí, gratis. Tiene varias cuevas creadas por ramas y raíces de árboles que constituyen un lugar perfecto para estos cursiosos animales. Como estas guaridas dejan pasar la luz, solo se puede ver a los gusanos de noche. Preguntad en el pueblo y os dirán dónde se encuentran.

Nuestro consejo: podéis quedaros a dormir en el “camping” del pub Woodstock, donde si consumís os sale gratis, hay música en directo y buen ambiente y, además, esta a 500 metros de una de estas cuevas tan especiales. A sólo 500 metros del pub, podréis encontrar una de estas guaridas donde ver a los gusanos dura te la noche. La experiencia es más anectódica que otra cosa, pero es algo distinto. Eso sí, no pongáis la linerna del móvil y tampoco saqueís foto, ya que haréis daño a los gusanos y además no se verán, ya que sólo brillan en la oscuridad.

Pancake rocks

Ya sólo nos quedaba la zona norte de la isla, pero aún había más sitios interesantes que ver, y Nueva Zelanda es un sin parar. Aún así, hemos de reconocer que hay sitios que están sobrevalorados, y este es el caso de Pancake rocks.

Se llega muy cómodamente conduciendo por la costa y, después de caminar 15 minutos a través de una pequeña foresta pluvial, se llega a pasear por unas formaciones rocosas que estan superpuestas como si fueran tortitas (de ahí su nombre) moldeadas por el viento y las corrientes marítimas. Hay varias formas que recuerdan a animales y personas según la cultura maorí.

Decimos que el sitio está un poco sobrevalorado porqué no nos parecío tan imponente como se describe en varios sitios web y puntos de atención al turista donde hemos buscado información. No os estamos aconsejando no parar, simplemente que no os esperéis uno de los sitios más bonitos del país Kiwi. Será que nos hemos vuelto unos expertos en rocas.

Abel Tasman National Park

Nuestro tiempo en la isla sur de Nueva Zelanda se nos estaba acabando y quedaban un par de zonas muy interesantes por visitar. La primera en cuanto a distancia fue el Abel Tasman National Park. Para llegar al parque nacional, decidimos pasar por el interior, pasar la noche a mitad de camino y, el día siguiente, llegar a las costas de Abel Tasman para hacer uno de los muchos trekkings que se pueden hacer en esta zona.

Tenéis que tener en cuenta que, una vez más, hay que reservar con antelación el tipo de experiencia que queréis vivir en el parque nacional, ya que los asientos son limitados en los barcos que salen desde Kaiteriteri y suben la costa, haciendo que el turismo en la zona sea sostenible.

Nosotros reservamos con la compañía Wilson, y a media mañana ya estábamos en el barco que nos llevó a Tonga Quarry donde desembarcamos y desde donde salía el trekking de 3 horas para bajar la costa hacía Medland’s Beach y que nos recogiesen para volver a Kaiteriteri.

El trekking empieza con una pequeña escalada en la bosque del parque nacional, para luego tener la posibilidad de coger distintos posibles desvíos y bajar a ver distintas playas. Nosotros pasamos por Bark Bay antes de terminar nuestra sesión de senderismo, cruzando también otro puente colgante, que hemos notado es algo muy común en Nueva Zelanda. Aquí sí, la experiencia nos gustó mucho y la recomendamos al 100%.

Marlborough

La última parada en el roadtrip de la isla sur de Nueva Zelanda fue por la zona vinícola de Marlborough. Es la más importante del país produciendo más del 70% del vino Kiwi y las bodegas más antiguas llevan más de 40 años produciendo vinos de buena calidad. La zona es muy famosa por la variedad de Sauvignon Blanc.

Hicimos noche en Havelock, un pequeño pueblo pesquero donde se dan una especie de mejillones de color verde muy sabrosos que tuvimos la ocasión de probar cocinados en vino blanco y ajo. Estaban ricos, pero los hemos probados mejores.

Ya en Marlborough, fuimos a visitar como primera bodega la de Brancott Estate, la cual es una de las más antiguas y grandes de la región y abrió en 1973. Por el precio de 5 dólares pudimos probar 5 vinos y el que más nos gustó en esta bodega que se encuentra en la cima de una pequeña colina con vistas a sus viñedos, fue el “B series”, que se podría comparar con nuestros vinos de pasas o moscato.

Como segunda bodega decidimos ir a una más pequeña, Giesen, pero esta vez la elección no se basó en su popularidad o grandeza, si no que en lo coqueto que se presentó el restaurante de los productores de sus vinos, cuya marca se llama Y. Aquí también pagamos 5 dólares por probar 5 vinos y lo que más nos gusto fué el “Pinot noir Waihopai”.

La tercera bodega donde hicimos el tasting fue la de Forrest. Es una de las muchas bodegas que todavía siguen con la conducción familiar, sus instalaciones son pequeñas y el restaurante tiene su encanto familiar, por lo que es el sitio perfecto para para tener una tarde de degustación y aprovechar de su acogedora terraza. El vino que más nos gustó fue un Chenin Blanc.

No había mejor manera de terminar la vuelta a la isla sur que probando estos deliciosos vinos y paseando por una de las zonas más soleadas, verdes y bellas del país.

Los 10 días que teníamos planeados para nuestro roadtrip en la isla sur se habían acabado, así que la última etapa iba a tener su fin en el pueblo de Picton, ya que para ir de la isla sur a la norte de Nueva Zelanda sin tener que dejar el coche de alquiler, la única manera es viajar vía mar desde este pueblo a Wellington, la capital del país.

Se tardan 3 horas en cruzar el estrecho que divide las dos islas y se hace en ferry. También en este caso aconsejamos reservarlo con antelación, el ferry es enorme y caben muchos coches, pero también hay muchos camiones de mercancias y por esta razon los sitios son limitados.

En el siguiente post os hablaremos de la isla norte del país kiwi.

Como siempre, gracias por leernos.

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3 comentarios

  1. M Carmen

    New Zealand un maravilloso y lejano país que solamente con leer vuestro post dan ganas de ir. Lo que más me gusta de todo y que siempre os digo ,

    Que sois mis favourite GLOBETROTERS!!
    Ya queda menos para vernos.
    ♥️😘😘😘😘😘😘

  2. ecco come promesso sono venuta a leggere il vostro articolo! Che spettacolo! Chissà che meraviglia quei fiordi! E viaggiare così è secondo me il miglior modo per viaggiare! bravi ragazzi..
    “una valigia di fiori”

    • Ciao Jennifer! grazie mille per il tuo commento! La Nuova Zelanda è un posto meraviglioso e viaggiare con la van ti da libertà e spontaneità xxx

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